La semana pasada estaba enseñando en una de mis clases sobre ese momento durante la meditación en el que hacemos una pausa entre respiraciones y todo se queda quieto. Es en ese momento en el que estamos en el infinito. Nos tomamos tiempo fuera del tiempo ordinario para sanar. Nos permitimos recuperar el aliento en medio del caos de la vida.
A menudo hago tiempo en lmi oca y caótica vida para ir a lugares donde puedo encontrar esa quietud, esa paz que le dice a mi corazón, "todo está bien en este momento. No tienes que hacer nada. No hay fuego que apagar, no expectativas que cumplir, no hay prisa, simplemente sé". Los lugares a los que voy son muy remotos y físicamente desafiantes pero sublimes. Las montañas y los lagos están vivos y me ayudan a sanar.
Descubrí que para estar verdaderamente en paz, no tengo que subir a 15,000 pies de altura. Podemos encontrar esa montaña sagrada dentro de nosotros si nos tomamos un momento todos los días para hacer precisamente eso, traer quietud para sanarnos a nosotros mismos con intención.
¿Qué pasaría si te dijera que en ese momento de quietud es donde puedes hablar con tu verdadero yo, donde puedes escuchar tu voz y ya no tienes que complacer a nadie más que a ti mismo? En ese momento, suceden los milagros. La verdad avanza, te mira a la cara y dice: "Ya no puedes evitarme".
¿Cómo cambiaría tu vida si tomaras cinco minutos diarios para enfrentar tu verdad, sanar y ser tú mismo?
Mi vida está lejos de ser perfecta, pero está llena de milagros. Encuentro paz en cada desafío. Encuentro respuestas en el caos de la vida y hago que montañas sagradas vengan a mí diariamente. Quiero eso para ti, así que tómate esos cinco minutos para encontrarte a ti mismo todos los días para que también puedas vivir una vida llena de milagros.
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