Son las 4:30 de la mañana. He estado dando vueltas durante la última media hora. Mi tercer chakra, que es el centro de mi poder personal, está en llamas. Tiene mucho que decir, tengo que levantarme y escribirlo. Sigo pensando en todas las experiencias que tuve en mi último viaje a Perú. Quizás uno de las más importantes para mí es la que tuve en Sacsayhuamán.
La magnífica fortaleza de Sacsayhuamán está construida con vistas a la ciudad de Cuzco hacia el sureste. Es una impresionante fortaleza de piedras, cada una de ellas colocadas en los muros encajando entre sí sin mortero. Tal vez, este es uno de mis lugares favoritos para visitar en el mundo gracias a su construcción única e imponente presencia. Acompañada de un grupo de amigos psíquicos y un excelente guía, llegué a la ciudadela a media mañana. Nuestro guía Julián nos sugirió que nos sintonizáramos con la espiritualidad del lugar a través de una meditación. Julián sacó una bolsa de hojas de coca y nos hizo tomar cuatro. "Colócalas, en un quintu," un grupo de cuatro hojas superpuestas, "y sopla tus intenciones en las hojas. Presta atención a lo que te dice este lugar ." Soplé mi intención en las hojas sagradas y comencé a masticarlas. Cerré mis ojos para meditar, e inmediatamente recibí una visión, la cual, me dejó muy sorprendida.
En medio de gran un campo abierto, un hombre vestido con túnicas de color rojo oscuro, sosteniendo un bastón de oro, caminó a darme el encuentro. Llevaba una corona adornada con plumas y joyas en sus muñecas. Él caminaba con un paso imponente y determinado. La visión fue tan clara y precisa que decidí compartirla con mis compañeros de viaje. Ellos me sonrieron, ya que también percibían la misma visión en sus mentes. Me entraron dudas, y dejé que me intelecto me dominara. De todos los años como psíquica intuitiva, nunca había visto una imagen como esta, era demasiado clara. Le pregunté a Julián si la gente suele ver este personaje en este lugar. Me contestó que sí. "¿Quién es?" Pregunté. El me contestó que era el Inca Pachacútec. Tan pronto pronunció su nombre me di cuenta que tiene razón. Este hombre que se nos apareció era poderoso. Pachacútec es conocido, en la historia del Tahuantinsuyo, como el Inca "capaz de cambiar el rumbo de la tierra." Transformó su dominio en un vasto imperio, fue un gobernante estratégico y capaz. No es de extrañar que todavía esté aquí en este lugar cuidando su reino. Decidí cerrar los ojos y escuchar lo que él quería comunicarnos esa mañana. El se sentía muy decepcionado por la condición de su imperio y, por extensión, estaba decepcionado por la condición del mundo. El me decía "Esto no es cómo se deben hacer las cosas, tantos errores y están matando a la Pachamama", la Madre Tierra.
Sigo escuchando y de nuevo me entran dudas. Yo le pregunté "¿por qué me dices esto? Soy sólo una mujer sencilla, que no ha vivido en esta tierra durante más de veinte años, apena he regresado. No tengo poder. Yo no soy el Inca Pachacútec, ¿quién me va a escuchar?" Él me incentivó diciendo "sé un catalizador de cambio."
Regresé al hotel y pensé mucho en lo que había escuchado del Inca esa mañana. Lo último que me había imaginado era que un antiguo gobernante iba a imponerme su agenda de protección ambiental y de anticorrupción. Pero es la verdad, aunque quiera negarlo, estoy de acuerdo con él. Yo he viajado por el mundo y sé de lo que él se queja.
Pienso en todos los lugares que he visitado, pienso en el país en el que vivo, Estados Unidos. Un gran país limpio, casi inmaculado en comparación con el resto del mundo. Pienso en cómo tantos políticos de buen corazón han luchado para mantener al país libre de contaminación. "No contamines mi zona", les oí decir, pero ahora sé que no es suficiente. El lema "ojos que no ven, corazón que no siente" ya no funciona. Porque no hemos cambiado nuestro modo de ser, porque aunque no estamos contaminando en nuestra zona, en realidad estamos enviando nuestros productos para que se fabriquen en otro lugar, al otro lado del mar, donde no tenemos poder sobre cómo se producen, donde no tenemos influencia sobre las leyes y regulaciones ambientales.
El viajero experimentado sabe de lo que estoy hablando. Si viajas por avión desde la India o China y vuelas hacia el oeste, probablemente vueles a través de una capa de contaminación que tiene millas de ancho y millas de profundidad, no podrás ver el fin de ella, y se está haciendo más grande y más profunda cada día.
Si has visitado el Polo Norte o Alaska a lo largo de los años, habrás visto cómo han desaparecido los glaciares, para no volver nunca, y esto es un hecho, tengo las fotografías para demostrarlo.
Si vives en la Florida, ¿está preparado para el próximo huracán o para que tu patio se hunda en el mar? No mencionemos los terribles incendios en California que han causado mucho dolor y mucha pérdida de vidas.
Sé que el Inca Pachacútec no estaba hablando de China, India o Florida esa mañana. Hablaba sobre el dolor de la Madre Tierra, hablaba sobre los ríos contaminados de América del Sur que están envenenando a nuestra población, el cambio en los patrones climáticos, los desastres que experimentamos cada vez más a menudo y por su puesto hablaba de la corrupción política. Él estaba hablando de la codicia, y la ambición, los conoce bien. Él nunca hubiera construido un vasto imperio si no las tuviera, pero existe el camino equivocado y luego está el camino correcto para hacerlo. Podemos ser exitosos y prosperar al mismo tiempo que beneficiamos a nuestra comunidad, tal como lo hizo Inca Pachacútec.
Sin ninguna agenda política y con un inmenso amor por la Madre Tierra, una mujer sencilla está compartiendo esto con ustedes porque, también tú puedes ser ese catalizador de cambio. No son los políticos los que nos van a salvar, somos nosotros, que con cada decisión que tomamos, con cada ejemplo que damos a nuestros hijos, podemos causar un cambio. No estoy diciéndote de qué manera debes de hacerlo, o cómo hacerlo. Sólo me gustaría que seas consciente y hagas lo que puedas, de acuerdo a tus sus propias creencias para lograr un cambio para mejor.
Sin embargo, hay algunas creencias fundamentales que pueden ayudarnos a hacer ese cambio. Podemos optar por poner la conciencia sobre la codicia, la razón sobre el orgullo, la comunidad sobre el individuo. Porque cualesquiera que sean nuestros antecedentes, o cualesquiera que sean nuestros puntos de vista políticos, todos queremos cuidar nuestro planeta. Todos queremos que nuestros hijos hereden una tierra mejor y que estén seguros, y este deseo es lo que nos puede convertir a todos en catalizadores de cambio.
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