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Sobre la espiritualidad de Los Andes, Parte 3: La leyenda del Tío en Potosí, Bolivia

Usualmente, me gusta escribir sobre aspectos positivos de la espiritualidad de los Andes. Hay muchas lecciones positivas que podemos aprender de este remoto lugar. Pero en un viaje reciente en el que visité Bolivia aprendí algo muy importante: El mal es una fuerza muy real y muy presente en nuestro mundo y saber navegarlo es necesario para asegurar nuestra sobrevivencia. Al mismo tiempo, el mal puede ser un maestro excelente. Este afirmaciones suenan un poco oscuras, pero ya entenderán cuando lean la historia que les voy contar.

Mi esposo y yo viajamos a Perú y Bolivia con un grupo de estudiantes de Geología con la intención de aprender sobre la minería en estos países. Visitamos unas minas muy exitosas y lo más interesante fue ver come el concepto del Ayni todavía existe en estas comunidades, especialmente en Perú. Aquí uno puede encontrar unas minas exitosas con largas expectativas de vida. El éxito de estas minas no depende solamente del valor de sus acciones en la bolsa de valores o cuanto dinero producen para la compañía. Su éxito se basa también en los beneficios que brindan a las comunidades que las rodean. Estos beneficios son brindados a la comunidad en forma de trabajos, educación y atención médica, es una situación en la que ambas partes se benefician. Ese es el modelo perfecto del Ayni. Sin embargo, al cruzar la frontera con Bolivia, la circunstancias cambiaron. Después de un frustrante atento de cruzar la frontera sin visas, y un poco de magia y "negociación" se nos permitió entrar al país. Bolivia es uno de esos países en los que los Americanos no son muy bien vistos. Su presidente a puesto en vigencia la regla del "ojo por ojo" con nuestro país. Los Bolivianos tienen que pagar entrada y reunir requisitos para entrar a los Estados Unidos, y consecuentemente, los Estadunidenses también tienen que reunir ciertos requisitos y pagar entrada. Obviamente, nos enteramos de esta situación un poco tarde.

Continuamos nuestra visita a una de las más controversiales minas en el mundo, la mina de Cerro Rico en Potosí. En nuestro camino a la ciudad podíamos ver esta montaña desde muy lejos. Dominaba el paisaje de la misma manera que subyuga la vida de los Potosinos.


La mina de Cerro Rico en Bolivia fue descubierta por los españoles poco después de la conquista y es una mina rica en varios minerales, especialmente plata. Con tal motivo, fue puesta en producción inmediatamente para el beneficio de la Corona Española. Los indígenas de la localidad fueron forzados a trabajar en las minas a través de un sistema de labor forzada llamado Mita. Los españoles utilizaron la religión para intimidar a los indios, diciéndoles, que Dios los castigaría si no les obedecían. Los pobres indios les creyeron a los españoles y obedecieron. Lo interesante de la historia es que cuando los indios se referían a Dios, ellos no podían pronunciar las letras D o S, ya que estos sonidos no son comunes en la lengua quechua. Ellos pronunciaban la palabra Dios como "Tío" y al pasar del tiempo este Dios fue conocido en El Tío, un Dios malévolo, prácticamente, el mismo Diablo.


Mientras nos preparábamos para visitar esta mina, nos informamos que este "Dios" , vive en las entrañas de la montaña, y que hasta el día de hoy, los mineros le pagan tributo. "Somos católicos fuera de la mina, pero adentro le pagamos culto al Tío," el diablo, sino, "el tío nos puede matar."


La mina de Cerro Rico es responsable por la muerte de más de 8 millones de personas desde la conquista, ya sea por silicosis o accidentes mineros. Los temores de los mineros no son infundados, las condiciones de trabajo son horribles, y la expectativa de vida de los mineros no es de más de 40 años de edad. Estas condiciones de vida nos alarmaron, ya que en nuestro camino habíamos visitado otras minas en las cuales la seguridad de los trabajadores era su prioridad. No era así en Cerro Rico.


Paramos en el mercado local camino a la mina para comprar regalos para los mineros: botellas de gaseosa, hojas de coca y cigarros; eso es lo que nos recomendó nuestro guía. El también le compró un regalo para El Tío, ya que era nuestra primera visita a la mina, teníamos que pedirle permiso.


Nos pusimos nuestro equipo minero y nos dirigimos a la mina. Como psíquica estaba preocupada. Soy muy sensible a la energía, y me preguntaba si esta visita era recomendable para mí. Así que decidí consultar con mi ser supremo. Durante mi meditación escuché que no era mala idea visitar la mina, pero que tenía que seguir las reglas del Tío. Yo creo que no escuché el mensaje claramente, o al menos, no lo entendí, ya que pensé que si me rodeaba de energía positiva todo iría bien. Como verán más adelante, estaba equivocada.


Llegamos a la mina que era una montaña rojiza que se podía ver por todo Potosí. Al bajarnos del autobús, unos niñitos de no más de 10 años se nos acercaron. Ellos llevaban consigo unas cajas llenas de muestras de mineral que querían vender por 10 Bolivianos, aproximadamente, $1.50. Sus ropas sucias y su tristes caritas eran evidencia de lo difícil que era vivir alrededor de la mina. Un muchacho de nuestro grupo con mucho cariño les dijo que esas piedras a pesar de ser muy bonitas e interesantes, eran muy toxicas, y les recomendó lavarse las manitos después de tocarlas. Nuestro guía nos dijo que los niños pueden empezar a trabajar en la mina a partir de los 12 años de edad. Al escuchar esto, dije un pequeña oración en secreto pidiendo de que estos niñitos que acabábamos de conocer nunca tuvieran que trabajar en esta mina, pero la verdad no tenía muchas esperanzas. Al acercarnos a la entrada de la mina empecé a sentir un hormigueo en mis manos, lo cual me avisaba que la energía era muy diferente cerca de la mina, casi como nerviosa o exaltada. No entendí al principio lo que se lo significaba, pero una vez que vi a los trabajadores llenándose la boca con hojas de coca y cal durante todo el día, comprendí. Para poder soportar trabajar en esas condiciones tenían que entumecerse, estar en un estado de mente alterado.




Entramos a la mina y tuvimos que caminar agachados para evitar golpearnos la cabeza con las vigas que soportaban al bajo techo. La batería de la linterna de mi casco estaba tan baja que prácticamente no podía ver nada, así que me pegué a la persona que estaba delante de mío para poder guiarme con su luz. Pero era muy difícil el caminar, el suelo era muy lodoso, casi líquido y desnivelado. Mi botas de jebe junto con mi falta de luz no me permitían controlar mi balance. El túnel era angosto con cables de electricidad expuestos y un bajo techo sostenido por vigas colgadas al azar. Era como entrar a la madriguera de una rata del tamaño de un ser humano.

Llegamos a una bifurcación del túnel y aquí nuestro guía nos dijo que habíamos llegado a la guarida del Tío. Tan pronto lo vi, entendí el porque de su reputación. Este era una ser "come hombres," entendí que la montana dentro de la que nos encontrábamos tenía como finalidad robar vidas. Sin embargo los mineros habían llegado a un acuerdo con el Tío, el guardián de la mina, "te compramos con regalos y tu nos dejas sacar los minerales." Pero el Tío es un ser en el cual no se puede confiar. El es como un perro abusado, que cuando menos te lo esperas, te ataca, quitándote la vida. El Tío era una estatua de madera, pintado de rojo, con cuernos y un pene enorme. Estaba cubierto con hojas de coca. Nuestro guía se le acercó humildemente and le cambió el cigarro prendido que un anterior visitante le había puesto en la boca por uno nuevo. Nuestro guía le rezó por nosotros y le pidió permiso para continuar nuestro trayecto en la mina.


Durante todo este proceso traté de mantenerme sumisa y no pensar nada malo sobre el Tío. Pero cuando regresé al túnel principal pensé : " Hey ya no estoy en su presencia, puedo subir a una vibración de energía mas positiva, más segura," tan pronto pensé esto, el Tío me golpeó. El techo del túnel había disminuido mucho en altura, y sin darme cuenta, me golpee la cabeza con una viga que sobresalía del techo. El impacto fue tan fuerte que me bajó hasta el cuello. Tenía puesto un casco protector, así que no le pasó nada a mi cabeza peri si me hizo doler mucho el cuello. Entonces me di cuenta de lo que pasó, le dije al Tío, "Esta bien, como tu quieras, bajo tu techo obedeceré tus reglas." Este ser era tan real que podía conversar con él abiertamente.



Continuamos explorando la mina. A un punto nuestro guía nos ofreció subir por escaleras y cuerdas, pero nuestro grupo ya había visto suficiente y decidimos irnos. Tan pronto salimos, suspiramos con alivio, la mina no tenía sistema de ventilación y se sentía como una trampa mortal.

El dolor en el cuello me duró por varios días y me hacía recordar sobre mi experiencia dentro de la mina de Cerro Rico. Así que decidí escribir este blog. La experiencia que tuve con el Tío y otras situaciones que pasé en Bolivia me hicieron darme cuenta de algo muy importante. Me había acostumbrado a expresar mi punto de visa sin importar las consecuencias, vivo en un país donde eso es permitido. Pero hay situaciones en la vida en las que tenemos que tener cuidado en desafiar el statu quo. A veces tenemos que seguirle la corriente al mal para salvarnos. Esto por definición es estar en una situación de sobrevivencia. A veces tenemos que obedecer reglas en las que no creemos o las que les tenemos miedo. Nadie nos puede echar la culpa por tratar de salvar nuestra propia vida. Esto me hizo pensar en las victimas de rapto que tratan de enfrentarse a sus captores que terminan siendo asesinadas. Me hizo pensar en los niños que viven en hogares donde los maltratan, y también me hizo pensar en los países comunistas donde no hay libertad de expresión. Sí, hay veces en las que tenemos que seguir la corriente al mal hasta que se presenta la oportunidad de "escapar de la mina." Nuestras acciones bajo un estado de sobrevivencia no deben ser juzgadas por nadie, porque solo estamos tratando de asegurar nuestra sobrevivencia, y este es un derecho humano. A veces tenemos que pasar por malas situaciones para poder darnos cuenta que existe la posibilidad de escape y poder alcanzar una mejor vida. Aún en una situación de sobrevivencia, se pueden aprender lecciones de vida y en mi opinión yo pienso que cada ser debe pasar por situaciones como estas en una vida u otra. Si no pasamos por estas situaciones negativas, no podemos cambiarlas, no podemos luchar por una vida mejor. Tengo la esperanza de que algún día las cooperativas de Potosí que organizan a los mineros encuentren una alternativa diferente que los libre de la relación de abuso que tienen con El Tío. Lo interesante es que hay muchos lugares como este en el que se ha tratado de establecer una sociedad utópica que beneficie a todos, pero por el contrario, han creado un sistema de fracaso, un infierno en la tierra.

A través de mi visita a las diferentes minas de Perú y Bolivia, he aprendido que la minería es necesaria para la humanidad y en la mayoría de los casos es conducida en una manera responsable, protegiendo el medio ambiente y las comunidades. Así fue como lo vimos en varias minas en Perú y en la mina de San Cristóbal en Bolivia. Lugares como la mina de Cerro Rico so los que le dan mala reputación a la minería. En mi opinión, la gente en general esta mal informada con respecto a la industria minera. Considero que es mi deber hablar sobre esto ya que he presenciado como la explotación minera se puede hacer de la manera correcta. Sé que muchas personas consideran que la minería debe desaparecer, pero mientras sigamos dependiendo de teléfonos celulares, automóviles, paneles de energía solar y maquinarias médicas, vamos a necesitar seguir explotando minerales.

Así que hagámoslo de la manera correcta, beneficiando a nuestras comunidades, creando trabajos en zonas remotas donde no hay esperanza, educando a los niños y proveyendo atención medica a las familias. La minería puede ser un excelente medio de llevar progreso a lugares que no se desarrollarían bajo otras circunstancias. Recordemos que minas como la Mina de Cerro Rico son una forma de esclavitud. Esta es una esclavitud de la mente, cuerpo y alma; una esclavitud del peor tipo. La explotación a tajo abierto no es una opción porque Cerro Rico es una montaña sagrada y es considerada por la UNESCO un patrimonio natural y cultural de la Humanidad.

Potosí siempre será un pueblo minero, pero espero que los Potosinos rompan ese acuerdo espiritual que tienen con el Tío y se libren de su influencia. Espero que en algún día los funcionarios del gobierno dejen de ignorar esta horrible situación. Será posible que su corazón y no su bolsillo guíe sus decisiones? He presenciado el mal y el bien en la industria minera y sentí que era mi obligación el compartir esta información con ustedes.

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